Debería haber hablado contigo antes de hablar de dinero con la gente. Lo siento. Hagamos las paces, por favor.
–No. Nada de eso. No se trata solo del refugio. Se trata de ti. Intentas tomar las riendas por tu cuenta. Dices que tengo elección, pero solo si es una elección que tú apruebas. Ya no pienso hacer esto más. Por la mañana, vuelvo a mi apartamento.
–¿Qué? No puedes hacer eso. Tenemos un trato.
Ella se quitó el brazo de la cara. Dejó escapar una risotada amarga.
–Oh, eso tiene gracia. Tenemos un trato cuando te conviene a ti. En otras circunstancias, no haces más que intentar modificar el acuerdo, presentas alternativas, tratas de darme dinero, hablas de bebés con tu madre y me convences para que piense que realmente me comprendes. Solo se trata del trato, ¿no? Siempre y cuando sea el mejor trato para ti. ¿Pero qué pasa con lo que yo quiero?