una máscara no es nunca “solo una máscara”, dado que determina el lugar real que ocupamos en la red simbólica intersubjetiva; lo que es efectivamente falso y nulo es nuestra “distancia interior” respecto de la máscara que usamos (el “papel social” que desempeñamos), nuestro “verdadero yo” oculto bajo ella. El camino a una auténtica posición subjetiva, por lo tanto, va “de afuera hacia adentro”: primero, simulamos ser algo, solo actuamos como si lo fuéramos, hasta que, paso a paso, nos convertimos realmente en ello