Podemos ignorar estas realidades, claro está; podemos negar la validez de estos procesos históricos y considerar que toda esta tendencia de la sociedad es nada más que una moda pecaminosa y de mal gusto, fomentada por el ateísmo, la comunidad LGBT o el nuevo orden mundial. Podemos hacer como que no vemos, podemos ignorar los escombros que nos rodean y convencernos de que se puede seguir siendo aquel pequeño pueblo muy feliz. Esto es casi como decir: el cristianismo es incompatible con nuestra era.