María Emilia Cornejo

es cierto que toda la herrumbre de la casa se reúne los viernes por la noche bajo el dintel de la ventana del niño de la tía Ana que nunca nació

sin embargo,

hoy es mañana

y

mañana será nunca

todo termina en cada palabra y cada palabra es un nuevo parto”

En los lazos de intimidad que la poesía entreteje con nuestra alma y en el diálogo que el silencio establece con la soledad, cada poema sirve para acompañarnos

porque soy y camino un camino de piedras, porque me quejo y sufro, porque ya no sé llorar,

porque sólo sé

escribir

porque sé que estoy para representar lo mejor posible mi papel de mujer buena, porque odio sin rencores y olvido tiernamente que nunca me quisieron, porque cada día de mi vida me duele en todas mis costillas, porque tengo la sangre envenenada para siempre de buenas intenciones,

he vuelto al camino de la soledad
al camino de la transparencia y la limpieza

he vuelto a los lugares inéditos

donde miedos milenarios pugnan por salir.

he vuelto

yo lo sé,

a la angustia de una noche que se acaba,

al poema terminado,

al silencio,

a mi vida

ya nadie respeta mis decisiones;

soy la hija extravagante y loca

que hay que rescatar.

entonces

cada palabra mía se convierte

en un grito desgarrador

sin eco y sin respuesta

porque todas las cosas me pertenecen y porque soy eternamente desposeída, porque nada pude lograr a cambio de un plato de lentejas, porque soy y camino un camino de piedras, porque me quejo y sufro, porque ya no sé llorar,

porque sólo sé

escribir

escribo!

busco mi destino en otros cuerpos

y encuentro en todos

tus inimitables gestos de

ternura,

el recuerdo de tu voz

acosa mis oídos

hasta hacerlos estallar,

y cada sonido me trae

el recuerdo de tu nombre

quisiera

poder

matarme

y llevarte conmigo en mi huida.