La próxima vez el fuego

el poder del mundo blanco se ve amenazado cada vez que un hombre negro se niega a aceptar las definiciones de los blancos

conduce a un estado mental en el que, al haber aprendido hace mucho a esperar lo peor, te resulta muy fácil creer lo peor.

de que su sonrisa prometía quitarme de los hombros la carga de mi vida.

Me presentaron, los concurrentes me saludaron con una cordialidad y un respeto genuinos —y el respeto incrementó mi miedo, pues significaba que esperaban algo de mí que en mi fuero interno yo sabía, por su bien, que no podía darles— y nos sentamos.

La luz del sol entraba en la estancia con la calma que recordamos de los cuartos de la primera infancia, una luz que más tarde no encontramos más que en sueños.

La auténtica razón por la que la no violencia se considera una virtud en los negros —no hablo ahora de su valor racial, que es un asunto muy distinto— es que los hombres blancos no quieren ver en riesgo ni su vida, ni la imagen que tienen de sí mismos ni su propiedad.

señala por ejemplo que no se oyó clamar «violencia» cuando los israelíes lucharon para recuperar Israel y que solo se oye cuando los hombres negros declaran su intención de luchar por sus derechos, dice una verdad como un templo.

podían tratar a los negros como símbolos o como víctimas, pero no como hombres.

El Dios blanco no los ha liberado; tal vez los libere el Dios negro.

El sutil y mortal cambio de opinión que podría obrarse en ti tendría que ver con la comprensión de que a una civilización no la destruyen personas malvadas; no es necesaria la maldad: basta con que les falte carácter.