Ella vacila y, por un breve y curioso instante, es como si la conociera. No de mis días en Abnegación, ni del colegio, sino a un nivel más profundo. Sus ojos y su boca buscan un nombre; el que encuentra no le satisface, como me pasó a mí. Mi instructor durante la iniciación me ofreció una escapatoria de mi antigua identidad, y eso mismo puedo ofrecerle a ella.