Desde el principio de la civilización, el mar ha sido una de las principales vías del comercio y el intercambio de ideas entre pueblos diferentes y, en este sentido, la posición de la Península Ibérica, situada en el extremo occidental del Mediterráneo y proyectándose al Atlántico, ha tenido siempre una importancia decisiva. El nacimiento y desarrollo de las marinas de Castilla y Aragón tuvo elementos comunes derivados de la geografía y la historia, pero también un desarrollo y una evolución distinta basados en la naturaleza diferente del entorno en el que actuaban. Cuando fruto del matrimonio entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla las armadas de ambas coronas comenzaron a colaborar y participar en acciones militares conjuntas, durante el lento proceso que dio lugar al nacimiento de la Armada Española, se trataba en ambos casos de fuerzas navales poderosas, importantes en el ámbito político y estratégico que se extendía desde Italia a las islas del Atlántico, y capaces de influir de forma decisiva, como finalmente sucedió, en la historia del mundo.