Cautivó a Stanley Kubrick —«la historia más escalofriante que haya leído jamás sobre una mente deformada por el crimen»—, pero será finalmente Michael Winterbottom quien haya conseguido rodar una de las más extraordinarias novelas de Jim Thompson. Dura, afilada, salpicada de frases inolvidables, en ella descubrimos al sheriff Lou Ford, un hombre de apariencia apacible que sucumbe a lo que él llama «la enfermedad»: un espíritu retorcido, criminal, psicópata. En primera persona, como a Thompson le gustaba, Ford se dirige directamente al lector, casi buscando su comprensión: «¿Ha pensado alguna vez que hay muchas formas de morir, pero sólo una de estar muerto?». Thompson sabe introducirse en la mente de criminales pasados de vueltas para dejarse llevar por un realismo crítico y un profundo escepticismo. La máscara de normalidad que envuelve a Ford se va deteriorando, hasta que su dolor, su angustia y su miedo desembocan en una violencia desconcertante y un final asombroso.