Muchos testigos cuentan que en 1989 el Padrino convocó en un complejo turístico de Acapulco a todos los narcos mexicanos más poderosos de la época. Mientras el mundo se preparaba para la caída del Muro de Berlín, mientras se enterraba un pasado hecho de hermanos divididos y sufrimientos, de guerra fría, telones de acero y fronteras insuperables, en esta ciudad del suroeste mexicano, sin hacer ruido, se planificaba el futuro del planeta. El