La Segunda Guerra Mundial fue, más que ninguna otra, una guerra alemana. Tras haber iniciado el conflicto, el régimen nazi lo convirtió en la guerra más horrible de la historia europea, recurriendo a métodos genocidas mucho antes de la construcción de las primeras cámaras de gas. Durante su transcurso, el Tercer Reich expandió y agotó todas sus reservas morales y físicas, conduciendo al país a la derrota total en 1945. Pero más de setenta años después -y a pesar de que existen bibliotecas enteras sobre los orígenes de la guerra, su desarrollo y sus atrocidades-, todavía no sabemos cuál era el motivo por el que los alemanes corrientes creían estar luchando y cómo experimentaron y apoyaron esa guerra hasta su amargo final. Cuando comenzó en septiembre de 1939, la guerra era profundamente impopular en Alemania. Pero sin la activa participación y el compromiso del pueblo alemán no habría podido prolongarse durante casi seis años. ¿Cuál era entonces la guerra por la que los alemanes creían estar luchando? ¿Cómo alteró el curso cambiante de la contienda -las victorias de la Blitzkrieg, las primeras derrotas en el Este, el bombardeo de las ciudades alemanas— su visión del conflicto y sus expectativas? ¿Y cuándo empezaron los alemanes a darse cuenta de que estaban haciendo una guerra genocida? Apoyándose en innumerables testimonios de primera mano, incluyendo diarios privados, registros de tribunales y correspondencia militar, el aplaudido historiador Nicholas Stargardt explora los sentimientos del pueblo alemán respecto a la Segunda Guerra Mundial. Contada desde la perspectiva de quienes la vivieron -soldados, profesores y amas de casa; nazis, cristianos y judíos-, su magistral narrativa histórica ilumina de manera novedosa y perturbadora las convicciones, esperanzas y temores de las gentes que iniciaron, continuaron y llevaron hasta el final una brutal guerra de conquista y genocidio.