La calle y la casa

casa y la calle se abrazan y se excluyen, se complementan y a veces se oponen; son contradictorias, pero no podemos razonar sobre la una sin la otra y, muy a menudo en tiempos recientes, hemos visto cómo la calle parece sustituir a la casa en ciertas actividades.

“La calle es una habitación por consenso. Una habitación comunitaria cuyas paredes aportan los que allí viven, entregadas a la ciudad para uso colectivo”.

Esta es un jardín cultivado de otra manera.

jardín en movimiento:122 para el jardín no existen las malas hierbas, como no existen para la ciudad ni para la casa, que lo incorporan casi todo.

Los que más nos interesan en el contexto de este ensayo son los que existen para recordarnos que un jardín no es un vivero. Ni siquiera la calle aun con sus árboles plantados lo es; la casa tampoco.

En este paseo, hoy afligido por la masificación turística, las copas inclinadas forman, a pesar de la vulgaridad, una bóveda arbórea, una catedral mundana.

Los árboles construyen un espacio cuando guardan cierta relación con las fachadas de los edificios, con su altura y la anchura de la calle.

Son calles vegetales pensadas para las fiestas y el recreo, y también son palacios.

En el conjunto de la calle, los árboles, los edificios y las personas pertenecen a tiempos distintos, y muy a menudo no están sincronizados, generalmente nos sobreviven a los humanos. El árbol en la calle representa en cierto modo la extensión de la casa, es un complemento de esta.

Cuando estos tienen cierta importancia, las calles con árboles son variantes de las calles cubiertas que hemos visto anteriormente, pero añaden una componente distinta a medio camino entre las personas y las cosas. Poseen una expresión innegable y, aunque haya muchos árboles e incluso estos estén alineados, generalmente no sugieren repetición, salvo que estén podados ex profeso. Los árboles suponen un estadio básico de habitabilidad de la calle o el camino, son la sombra y permiten el juego; a veces nos hacen pensar que estaban antes que todo, e imaginar estar en otro sitio, en un lugar no urbano al que las casas llegaron después. Los árboles alientan el que nos preguntemos qué fue primero, si la casa o el camino, como sugiere John Brinckerhoff Jackson en su texto Las carreteras forman parte del paisaje.121 Plantados en las calles, los árboles parecen prestar cierto confort a las casas.