Este completo y profundo estudio tiene como propósito exponer y evaluar la comprensión filosófica del cristianismo ofrecida por Immanuel Kant, quien no pretendió enjuiciar la verdad de las doctrinas cristianas, sino que las utilizó ampliamente para construir una «religión moral».
El texto aborda no solo la interpretación que Kant hace de varios dogmas cristológicos, sino también lo que el filósofo llama «lo esencial y más excelente de la doctrina de Cristo», a saber, la explicación que el formalismo ético propone del mandamiento del amor a Dios y al prójimo, la peculiar interpretación kantiana del Padrenuestro y la exégesis filosófica que ofrece el pensador de Königsberg de tres célebres versículos de la Carta a los romanos: "¿Por qué no hacer el mal para que venga el bien?", “Todos han pecado” y “Dios es el que justifica”. El cristianismo así entendido no es, por tanto, la religión de la adoración de Cristo, sino la religión de la doctrina de Cristo. Mientras que la primera es, según Kant, una «religión de segunda mano”, la segunda constituye su esencia irrenunciable.