»Reconozco que habito en un cuerpo físico limitado, y que en este momento me siento confundido y cansado y un poco atemorizado. Mi enfermedad ha nublado mi mente. Mi cuerpo está restringido: no puedo satisfacer los deseos de cada persona, por no hablar de mis propias ambiciones y deseos. Estoy agradecido de que no soy Dios. Solo tú puedes satisfacer todas mis necesidades.
»Reconozco que no me definen mis capacidades, ni mis actividades, ni lo que he logrado. En lo más profundo de mí, no soy ni mis comportamientos, ni mis sentimientos, ni mis elecciones, ni los rasgos de mi personalidad, ni mis virtudes ni mis vicios. No me definen el éxito alcanzado ni lo que los demás piensen de mí.