El primer asesinato de la historia fue a un adorador (a esta altura entendimos que adorador e hijo son sinónimos espirituales). Y no lo mató un enemigo sino su propio hermano. Hoy, en la iglesia cientos de “Caínes” siguen matando a aquellos cuyas ofrendas son aceptadas por Dios. Los sacrifican con críticas, celos, acusaciones y maldiciones. Al igual que el hermano mayor del hijo pródigo, no se alegran con la alegría del prójimo, y van a llorar con sus tristezas. Este muchacho al ver cómo el Padre de amor recibió a quien había regresado arrepentido dijo: “He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos”.26 ¿Puedes notar los síntomas de la mente de esclavo? “Tantos años te sirvo” (valor en el hacer), “no habiéndote desobedecido jamás” (santidad por evitar rechazo), “nunca me has dado ni un cabrito” (reclama salario y no herencia