Habíamos vivido en un país que buscó por todos los medios confundirnos, negarnos, quitarnos, olvidarnos desde la historia, nuestras familias y la idea del mundo. Y allí estábamos, casi siempre en horizontal, como los muertos. Nuestro micro, la casa, el teléfono, la universidad, los medios, la comida, la informalidad, la corrupción, la iglesia, Sendero Luminoso, los milicos. Fueron ataúdes preparados para nuestra sepultura.