Yo quise aprender y por eso jugué a la botella borracha. Jugué a la mínima felicidad, al consuelo, a la contemplación. Ya no me importó alimentarme, arreglarme, dormir bien, el futuro, adquirir bienes, seguir estudiando, militar. Importó prestarle atención a la mancha, a la provincia, a la falta, a la sangre, a la calle vacía, a la neblina, al quechua, al barro, al temblor.