el grupo figuraban varios pensadores influyentes pero, al contrario de otros, como los Bloomsbury de la década anterior, eran todos cristianos declarados, conservadores, y románticos. Eran unos individuos nada serios, que no se avergonzaban de sus caprichos, y que disfrutaban compartiendo su amor a la literatura, prestándose ideas unos a otros, y leyendo fragmentos de manuscritos que se convirtieron después en algunos de los libros más memorables escritos en Inglaterra en aquella época.