Leonardo da Vinci. La biografía

«El hombre que no controla sus instintos se rebaja al nivel de las bestias»

Quería saberlo porque era Leonardo: curioso, apasionado y siempre lleno de asombro.

En realidad, el genio de Leonardo era humano, forjado por su propia voluntad y ambición, y, a diferencia de Newton o Einstein, no se debía al don divino de una mente con una capacidad de procesar información que los simples mortales no entendemos. Leonardo casi no tuvo estudios y apenas sabía leer en latín o hacer divisiones complicadas. Su genio era de una clase que entendemos y que incluso nos sirve de ejemplo. Se basaba en habilidades que podemos aspirar a mejorar en nosotros mismos, como la curiosidad y unas enormes dotes de observación.

última y famosa página del cuaderno que se sabe que escribió al final de su vida —que termina con la frase «se enfría la sopa»— se encuentra llena de triángulos y rectángulos con los que intentaba calcular superficies equivalentes.

Descubrió ciento sesenta y nueve métodos para cuadrar una forma circular,

no existen pruebas irrefutables de que Leonardo utilizara conscientemente esta proporción matemática exacta.

Según la creencia popular, incluido El código Da Vinci, de Dan Brown, la proporción áurea se halla en todo el arte de Leonardo

La proporción áurea se da cuando se divide un segmento en dos partes tales que la razón entre la longitud total y la parte más larga sea igual a la razón entre la parte más larga y la parte más corta.

Pacioli se centraba en la proporción áurea, o divina proporción

Estos estudios resultaron útiles para determinar qué músculos, en su caso, serían los mejores para propulsar una máquina voladora tripulada; pero también aplicó sus hallazgos a otras tareas y fuentes de energía