José Andrés Sánchez Exeni, narrador boliviano, nos entrega en ¡Taxi!, “otra historia de taxista” que se integra en nuestro imaginario colectivo a esas otras historias de taxistas, provenientes de la literatura, la música y el cine… Pero esta “otra historia de taxista” no es una historia más. Es una «Historia con hache mayúscula”, con una voz peculiar y única. Está narrada con la maestría de esos escritores que te atrapan en los encantamientos de personajes construidos a partir de esos otros personajes que ya conocemos: travestis que se prostituyen, un viejo que en medio de la noche se pasea con sus “exquisiteces” de gentleman en busca de servicios sexuales… Y habitándolo todo, a la vez que es habitada: La Ciudad, esa ciudad sin nombre que es ella misma y todas las ciudades. Esa urbe dicotómica, de doble cara y con doble vida. De cara y vida diurna, de cara y vida nocturna; que reconocemos como boliviana y, a la vez, como esa otra ciudad en la cual cada uno de nosotros estamos “leyendo esta historia”, haciendo resonar con nuestras vivencias y fantasías, lo que este taxista-protagonista, conocido y enigmático, a la vez, nos devela desde dentro de sí mismo, y desde fuera: la fotografía de la ciudad nocturna del mundo y de esos seres que habitan su oscuridad, sus destellos y –por qué no–, sus pequeños espacios de esperanza.
¡Taxi!, de José Andrés Sánchez Exeni, es un ejemplo de ese fenómeno cultural que está destellando en la literatura latinoamericana: la glocalización, pues mezcla, y convierte en trascendente “el relato que nos hace”, en ese espacio dentro de nosotros, en el cual resuenan, se amalgaman e hibridan, la multitud de historias similares, reales y ficticias, que conocemos. Aquí y allá, «aquillá", pues ¡Taxi! está ocurriendo aquí, y a la vez, en cualquier lugar. A