Manifiesto por el progreso social

or ejemplo, las víctimas del terrorismo tienen mucha más cobertura en la prensa que los feminicidios cometidos por el cónyuge, aun si estos últimos —alrededor del 10% del total de los homicidios, más o menos repartido equitativamente en el mundo— superan a los primeros —alrededor de 5% a nivel mundial, la mayoría de los cuales suceden en Oriente Próximo y Asia (véase IPSP, 2018b: capítulo 10)—. Por ejemplo, es 500 veces más probable que a una mujer nacida en Estados Unidos la asesine su pareja que un terrorista, pero los medios de comunicación rara vez lo mencionan.

lógica de mercado ha alcanzado esferas de la vida individual y social que tradicionalmente habían estado estructuradas y valoradas mediante mecanismos muy distintos: la salud, la educación, el deporte e incluso el arte, la cultura, la política, la religión o las relaciones íntimas. El mercado se ha convertido en un mantra dominante y en una varita mágica en muchos ámbitos.

Parece que ciertamente la presión laboral ha aumentado en las últimas décadas. Los sociólogos laborales Johannes Siegrist, Robert Karasek y Töres Theorell han desarrollado interesantes herramientas para medir el estrés laboral. Estudian la calidad del trabajo y la presión laboral como una disparidad entre exigencia y recompensa (contrato roto) y como una combinación de alta exigencia y baja autonomía en el puesto

El bienestar de la gente depende no sólo de sus estándares de vida económicos, sino también de la calidad de sus relaciones sociales. Somos seres sociales y nuestro florecimiento, incluso en las culturas más individualistas, está profundamente moldeado por las interacciones sociales.4

a cooperación entre algunos actores también podría ser dañina para otros, como los cárteles que dañan a los clientes en el mercado. Pero, en general, los incentivos que se obtienen en un escenario cooperativo llevan más fácilmente al florecimiento humano que la emulación competitiva, y también fortalecen el nivel de confianza y la circulación de información, lo que vuelve más efectivo al grupo. Por lo tanto, promover la cooperación en lugar de la competencia entre familias, comunidades, escuelas y empresas se considera, por lo general, un buen consejo.5

Si no estás convencido de que el enfoque en el mercado y en la redistribución de recursos económicos es demasiado acotado para explorar la vía hacia una mejor sociedad, escucha la voz de la gente más pobre. Podríamos creer que quienes están más privados de recursos deberían ser los más enfocados en esa dimensión. Pero no es así. “Lo más terrible de vivir en la miseria es el desprecio, que te traten como si no valieras nada, que te miren con asco, con miedo y hasta que te traten como a un enemigo. Nosotros y nuestros hijos vivimos eso a diario, eso nos hace daño, nos humilla y nos hace vivir con miedo y vergüenza”, dice Edilberta Béjar de Perú (ATD, 2013: 39).

Empecemos con las malas relaciones que involucran desequilibrio de poder y de control. Se puede privar a la gente de control suficiente sobre su vida de al menos tres formas. Pueden ser subordinados, como la esposa en la familia patriarcal y el trabajador en la empresa tradicional. Pero también pueden ser dependientes sin ser subordinados, cuando su situación depende de las fuerzas externas que ellos mismos no controlan, como la persona que recibe apoyos públicos y que no está segura de que dicho apoyo será constante si hay una administración veleidosa y, por lo tanto, no puede hacer planes de largo plazo, o como la mujer que no puede caminar segura en las calles a ciertas horas. Finalmente, pueden estar obligados por deberes que se les imponen, como la última hija de una familia que supuestamente debe permanecer soltera y quedarse con sus padres para cuidarlos en la vejez, o el trabajador de la cooperativa que ya mencionamos, que difícilmente puede descansar cuando está enfermo.
Los problemas del estatus social representan otro conjunto de casos en los que la gente puede estar privada de su dignidad

La distribución de poder y la distribución de estatus son aspectos esenciales para la igualdad social. A la tradición socialista, obsesionada con la propiedad, le preocupan menos las desigualdades en otras dimensiones, lo cual abre paso a instituciones autoritarias y sumamente jerárquicas, y la historia ha demostrado que la ceguera ante una dimensión importante de justicia social puede minar por completo los grandes ideales y producir un terrible sufrimiento humano.

Siempre hay muchas oportunidades de hacer que la historia gire en una dirección o en otra y siempre ha existido la oportunidad, incluso en la Antigüedad, de que el genio o la locura de unos cuantos líderes determinen el destino de una ciudad o de un reino. El rasgo interesante del periodo actual es que nunca había habido tal combinación de amenazas globales tan graves y oportunidades tan grandes, ambas generadas por el éxito del desarrollo humano. Quizá no estemos en la era de la abundancia y quizás el comunismo, como lo pensó Marx, no está a la vuelta de la esquina, pero ciertamente nos podemos sentir empoderados a nivel colectivo por nuestros recursos materiales e intelectuales para tomar decisiones conscientes que puedan guiar a nuestra población y a nuestro planeta ya sea hacia el abismo o hacia un futuro más luminoso.

Primero que nada, la economía es sólo parcialmente un asunto de mercado. Las actividades económicas más importantes en realidad suceden en la familia y en las empresas (sin olvidar los organismos gubernamentales y las instituciones públicas que suministran servicios y bienes públicos, así como infraestructuras esenciales). La familia y las empresas protegen a los individuos de la competencia de mercado y les permiten cooperar, como grupo, hacia un éxito común en el mundo exterior (donde, sin duda, sí entran en el mercado). ¿Por qué esto es importante? Porque el bienestar de la gente depende de lo que pase en esos grupos y esas organizaciones. Al enfocar la cuestión del progreso social en las virtudes y los defectos del mercado, se deja fuera el florecimiento o la lucha de la gente dentro de sus familias, sus lugares de trabajo, sus escuelas, etcétera.