Caminar la vida

«No vas al desierto para encontrar tu identidad, escribe Edmond Jabès, sino para perderla, para perder tu personalidad, para convertirte en anónimo. [...] Y, luego, ocurre algo extraordinario: escuchas al silencio hablar»

no camino para rejuvenecer ni para evitar envejecer, tampoco para mantenerme en forma o batir récords. Camino igual que sueño, que imagino, que pienso, por una especie de movilidad del ser y de necesidad de ligereza».

GEORGES PICARD, Le vagabond approximatif
[«El vagabundo aproximativo»]

La caminata existe mucho antes de salir y moviliza los pensamientos, orienta las lecturas, la búsqueda de documentación, las conversaciones con quienes ya han hecho esa ruta y conocen el lugar.

En ciertos lugares, experimentamos justamente el sentimiento de que nos estaban esperando, de que jamás habían dejado de perseguirnos. No es un descubrimiento, sino un retorno

Reivindicación de la lentitud, de un ritmo propio que no está dictado por ninguna autoridad externa, y un rechazo de las tecnologías, que hacen ganar tiempo y perder la vida.

La verdad del Camino no está en el Camino, sino en el espíritu del caminante; contiene tantas verdades como el número de personas que lo recorren.

La historia de una peregrinación, sea la que sea, sigue siendo una llamada a la imaginación, un compromiso entre la búsqueda de espiritualidad y el deseo imperioso de salir de uno mismo.

Los pequeños incidentes del recorrido son incisiones de recuerdos y una fuente de relatos para los amigos. Elementos de dramaturgia incansablemente evocados en las conversaciones, la sal de la memoria.

Los pequeños incidentes del recorrido son incisiones de recuerdos y una fuente de relatos para los amigos.

El caminante es un artista de las circunstancias, una persona mañosa que trabaja de manera incansable para resolver las múltiples adversidades que frenan su progresión