Los árboles caídos también son el bosque

El cansancio es como un líquido pesado que fluye lento entre sus huesos.

A veces hasta almorzamos en silencio. Un silencio cómodo, liviano como el aire del que está hecho, y en el que se expresa mejor el sabor de lo que comemos.

Se pinta la boca y la transforma: todo lo que diga con esta nueva boca roja será importante.

Lo aprieto contra mí. No debería haberlo dejado. No. Quiero arrancar algo de mí, no sé qué parte. Un brazo, un ojo, una víscera que nunca vi, mi nombre, algo que duela

Siempre es así: yo soy solo un espejo. Lo que queda en el medio, obligado a reflejar. Mi hijo es feliz: yo también

Mucha gente se queja del tiempo. Jamás escuché en casa de mis padres quejas sobre el sol o la lluvia, el viento, el rocío, la escarcha.

Yo no decía nada sobre otros gestos que veía. Como por ejemplo que no agradecían. Como si las cosas hubiesen estado siempre donde las encontraban, y nadie las hubiese puesto ahí para ellos. La comida, la ropa, los juguetes.

Miro el otro lado de la palabra. «Parto» también es el acto de llegar a la vida

En el balcón hay varias macetas. Las plantas están marrones, pero conservan las formas de ramas llenas de hojas y algunas flores. Como si la muerte las hubiese sorprendido de repente.

En la oscuridad el tiempo se desordena, no se agarra de las cosas. El espacio en cambio se expande