Considerada por José María de Cossío “no solo la mejor novela de su autor sino una de las mejores novelas del XIX”. En un gran retablo aparecen aquí, en torno a la sugestiva figura de una muchacha, todos los tipos sociales del Santander de mediados de siglo y, sobre todo, con gran relieve, los rudos mareantes de sus costas. Sin duda, la mentalidad actual está muy distante del cerrado conservadurismo perediano que lamenta “el fin de la raza” avasallada por lo moderno. Pero resulta innegable la seducción de una novela que tiene algo de canto épico y mucho idilio