En busca del tiempo perdido (y especialmente El tiempo recobrado), de Marcel Proust, El encanto de Lol V. Stein, de Marguerite Duras, El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez e, incluso, Los caballitos del diablo, de Tomás González, pueden ser leídas como novelas del encanto de la interioridad. Este es un concepto estético, cuya valoración del mundo —sin ser ingenua o complaciente con el malestar de nuestro presente— se caracteriza por la creencia en que el ser humano puede ser feliz, que es la promesa más ambiciosa de la modernidad.
El héroe de esta clase de novela emerge triunfante, aunque sea por un momento, cuando halla en su interioridad verdades que le permiten gozar de la experiencia de la dicha y la plenitud. Fruto de su revuelta, de su lectura crítica de la sociología de la novela, Hélène Pouliquen considera en este ensayo teórico la existencia de un tipo novelesco menos escéptico que los planteados por Georg Lukács en su Teoría de la novela. Por eso, desde una perspectiva transdisciplinar en la que convergen la historia, la filosofía y el psicoanálisis, presenta una nueva visión de la novela, conectada con la experiencia positiva del ser humano, amenazada ciertamente por el dolor y la negatividad y, sin embargo, caracterizada por la posibilidad real que tiene cada persona de «asumir el fracaso, levantar cabeza, abrir nuevas vías», para “rehacer sin cesar su apuesta de amar-matar”, como dice Julia Kristeva.