El Poema heroico a Cristo resucitado ofrece un extraordinario ejemplo de poesía épica religiosa del siglo XVII. La poesía sacra de Quevedo aparece reunida en la musa Urania, en Las tres musas castellanas de 1670, publicada por Pedro Aldrete, sobrino y albacea de Quevedo. En ella se incluyen numerosos sonetos sacros, ovillejos, salmos, de carácter devoto donde no falta el apunte o la argumentación doctrinal, pero sólo el Poema heroico relata un episodio de la Biblia, con tonos épicos. Quevedo se demora con la descripción de la batalla entre las banderas del mal y del bien, escenifica los diálogos entre los personajes bíblicos que son prefiguraciones de Jesucristo y el propio Jesucristo y exhibe con apariencia de pórtico o retablo el escenario del cielo prometido. Como poeta religioso, Quevedo entrelaza el antiguo con el nuevo testamento, como si los pormenores de la historia del mundo estuvieran explicados por la causa primera y dirigidos a la victoria final del héroe cristiano. La doctrina totalizadora, sometida a dogmas, halla en este relato heroico el ejemplo perfecto, pues en cada una de las peripecias de Jesucristo se contempla el sentido teleológico de la historia del hombre.