Para siempre, Blue.
Cuando su boca encuentra la mía, estoy perdido. Siento los lengüetazos leves y cálidos de un sabor celestial. El perfume de coco se le queda adherido a la piel; lo inhalo cuanto me es posible, lo que me trae a la memoria que la tengo conmigo. Que estamos bien.
He estado más de tres días sin besarla cuando voy de viaje o cuando se va ella, pero este distanciamiento deliberado ha sido una tortura. Besarla ahora, en nuestra cocina, es como besarla por primera vez, solo que con la certidumbre de que nunca habrá un final.
Me abraza la cintura con las piernas y me atrae hacia ella. Su bonito vestido de verano se le arremolina en las caderas cuando nos frotamos. Aunque el primer plan de Indy es decorar cada habitación, el mío es bautizar toda superficie
llana que encuentre. Esta casa es diez veces más grande que el apartamento, así que me llevará unos cuantos días, pero afrontaré el desafío.
—¿Hoy no llevas bragas?
—Así te facilito el acceso. —Me besa y me mordisquea el cuello y la mandíbula mientras juega con el cinturón. Me baja la cremallera y, enseguida, mete la mano por dentro de los calzoncillos.
—Joder —exhalo.
—Esta noche, has hecho que tu equipo se clasifique para los playoffs.
—¿Es esta mi recompensa?
—Una de ellas. —Me besa la garganta—. Vas a tener muchas más, Shay. Supongo que, después de haberme comprado una casa, es justo que te haga una mamada en cada habitación.
—Bien, estás muy guapa de rodillas, cariño