intrincados dibujos y exhaustivas descripciones, algunas de las cuales tenían más de un siglo de antigüedad. Por el contrario, apenas había información sobre su equivalente femenino, pese a lo cual esta laguna en la investigación genital no parecía ser un motivo de preocupación. La opinión generalizada era que los genitales femeninos eran poco más que simples tubos, pasivos e inmutables, que recibían la eyaculación, sin que nada hiciera pensar que pudieran influir en la evolución, como ocurría en gran medida con sus propietarias.