El arte de mantener la calma

Si alguien te ofende por primera vez, piensa en las muchas que te ha complacido. Si lo ha hecho ya en multitud de ocasiones, soporta de nuevo lo que tantas veces has soportado. ¿Es un amigo quien te ofende? Lo habrá hecho sin querer. ¿Es un enemigo? Solo ha hecho lo que debía. Las personas inteligentes merecen tu confianza y las estúpidas tu perdón, y de todos ellos se puede decir lo siguiente: hasta el más sabio se ha equivocado mil veces.

Las ofensas que los poderosos cometen contra nosotros hay que soportarlas no ya con paciencia, sino con semblante alegre, pues si notan que han logrado humillarte, tratarán de hacerlo de nuevo.

¿No es mejor, por lo tanto, perdonar una ofensa que vengarla? Con tal de vengar una ofensa somos capaces de cometer muchas más. Además, la venganza es una terrible pérdida de tiempo, pues la ira dura más que el agravio. ¿No te parece más cabal cambiar de actitud y no devolver mal por mal? Cuando alguien te ofenda, piensa lo siguiente: ¿Es la primera vez que lo hace? ¿Acaso será la última? No le creas aunque te diga que no lo volverá a hacer, porque mañana ofenderá a otro y pasado mañana vendrá otro que le ofenda a él y la vida seguirá así eternamente, entre errores y ofensas. ¿No te parece más práctico controlar la ira que ser controlado por ella?

Ser conscientes de nuestras pasiones es vital para actuar sobre ellas antes de que se extiendan. Para ello es necesario reflexionar y averiguar qué nos altera.

Quizá te preguntes si las personas iracundas son capaces de expresar grandes ideas. Al contrario. Las palabras de los iracundos son propias de gentes que ignoran en qué consiste la verdadera grandeza, como aquel antiguo y horrible refrán: «no me importa que me odien con tal de que me teman».10 No te confundas; eso no es grandeza, sino desmesura

Dado que en el fondo no somos más que seres malvados viviendo entre seres malvados, practiquemos la amabilidad los unos con los otros. Lo único que puede devolvernos la serenidad es un pacto de indulgencia mutua»

Las personas de espíritu elevado desprecian las ofensas. Por otra parte, no vengarse de quien no merece la pena es la más terrible humillación.

«La ira es una especie de locura, porque nos hace darle máxima importancia a lo que no la tiene en absoluto.» Lucio Anneo Séneca

Como dice Platón: «El sabio no castiga porque se haya cometido un crimen, sino para evitar que vuelva a cometerse. El pasado es irreparable, pero el futuro es prevenible. Y cuando el sabio cree necesario aplicar un castigo ejemplar y condena a alguien a morir públicamente, no lo hace para quitarle la vida a ese criminal en particular, sino para salvar vidas futuras

acostumbra a tu espíritu a la disciplina para que los únicos golpes que le afecten sean los verdaderamente