En Cerca del corazón salvaje, la primera novela de Clarice Lispector (1943), la lengua se expande y torsiona para darle intensidad a los momentos mínimos, comunes, banales, recortados del fluir de la vida. Lispector había inventado una lengua propia, una lengua rica en metáforas inusuales, cambios metonímicos, y efectos de extrañamiento, producidos por un flujo narrativo caracterizado por la descripción alusiva y la atención otorgada a detalles sensoriales. Lispector va así construyendo una narrativa que privilegia los estados interiores por sobre los acontecimientos de una trama narrativa, da vida a objetos y situaciones mínimas, irrelevantes para cualquier trama, pero fundamentales en tanto narración de una vida.