Si hubieras conservado un poco más la calma y me hubieras dado a entender, sin esa forma de hablar tan vulgar, que me habías echado de menos, a lo mejor ahora nos habríamos ido a alguna parte a pasar la noche juntos. Nos habríamos encerrado en una habitación durante uno o dos meses, sin volver a casa, y lo habríamos hecho sin parar, como en los viejos tiempos. Olvidándonos de todo lo demás. Seguro que habría arruinado lo de mi boda, pero qué más da.