La Historia no es sólo, como los marxistas aseguran, el producto único de fuerzas grandes, impersonales e inexorables. Es el producto de hombres y mujeres vivos, de su coraje, de su voluntad y de su visión, incluso en la muerte. Es el producto de los individuos que se encuentran una y otra vez en encrucijadas del tiempo, y también de la humanidad, que camina hacia el futuro en una dirección y no en otra. La Historia es, finalmente, una superación de esas encrucijadas que marcan el camino hacia el futuro. La vida es una elección. Y son las elecciones hechas por los héroes y los villanos las que construyen el futuro.