Al desembarcar en Constantinopla el 13 de mayo de 1506, Miguel Ángel sabe que está desafiando el poder y la cólera de Julio II, papa guerrero y mal pagador, por abandonar la construcción de su tumba en Roma. Pero ¿cómo rehusar la invitación del sultán Beyazid, que le propone, después de rechazar el diseño de Leonardo da Vinci, concebir un puente sobre el Cuerno de Oro?