Al llegar a la madurez, Eladio Linacero emprende sus memorias, porque, afirma, `un hombre debe escribir la historia de su vida al llegar a los cuarenta años, sobre todo si le sucedieron cosas interesantes`.Urdida con la materia de los sueños y del recuerdo, y con aquel viejo episodio que retorna, vívido en su memoria, como testigo de su sordidez, El pozo es la toma de conciencia dolorosa del presente de Linacero. Y es, también, una muestra más de la maestría de Onetti, de esa prosa que cava en la derrota del ser humano y extrae de ella la más amarga belleza.