a pérdida del sentido de pecado que caracteriza nuestra época ayuda a Satanás a actuar, casi sin ser molestado, por la vía ordinaria, porque al inducir al ser humano al pecado, lo desapega progresivamente del amor de Dios. “Todo es lícito”, “¿qué hay de malo?”, “todos lo hacen…”. Con estas terribles sugestiones el demonio debilita las conciencias de los seres humanos y los conduce por la senda de la cerrazón del corazón, del egoísmo, de la falta de perdón, del hacer todo