Renato Leduc, enfrentado al academicismo de inicios del siglo XX, hizo de la desconfianza intelectual y del desprecio al falso refinamiento sus sellos distintivos. Sin embargo, Edith Negrín deja claro que no se trató de un poeta descuidado o simplemente humorístico pues su rebeldía literaria se expresaba en una lucha contra la cursilería, no contra la precisión.