Desde la mecedora

Los recuerdos son los últimos acompañantes de los ancianos y son los testigos mudos de la vida que uno ha llevado; feliz o infeliz, disipada o frustrada, cuando no se recuerda nada, debe dar igual morirse.

“Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto!”

“Lo substantivo del español es la locura y la derrota… y Don Quijote está loco, y vencido…, desterrado además…”

Ven, vamos a escuchar a Paco Ibáñez. Nadie como él para interpretar el dolor que se siente al perder la tierra, nuestra tierra. Ese dolor de destierro del querido Luis Cernuda. A veces me siento tan cerca de él…

Federico: Porque es inútil luchar ahora contra la memoria. Ella es la insomne derrota del olvido. No se puede olvidar. No se debe olvidar. Todo fue tristeza y sombras. Mi muerte y la de tantos… Yo no quería morir. No quería que una lengua de cenizas acallara mi voz. Había tanto todavía para decir… y me envolvió la sombra de una calavera que destilaba lágrimas de los huecos sin alba de sus ojos vacíos.

Mariana: ¡No puede estar todo perdido! Por la libertad perdí mi vida. Por ella debo renacer… “España entierra y pisa su corazón antiguo, su herido corazón de península andante, y hay que salvarla pronto con manos y con dientes.” Esas palabras fueron mi brújula hasta el último minuto. Y me pedían que delatara a quienes luchaban por una España libre… Nunca lo hubiera hecho… ¡Nunca!

Federico: Me mataron… porque molestaba. Mis palabras y mis ideas molestaban. Pero no fui el único... Es ésta la historia de España… Más de un siglo antes enviaron al cadalso a Mariana Pineda por conspirar contra el rey Fernando VII.

La Segunda República nació sin sangre, pero murió ahogada en ella.

Vejez tiene dignidad, muchas veces sabiduría y no necesariamente decrepitud. (Con tristeza.) Aunque… tú has venido aquí, hoy, a recordarme los sueños que se me murieron en el camino, en la tierra perdida, en la derrota. Todo lo que quise ser y no fui…

Maricarmen dijo: “La República nació sin sangre pero murió ahogada en ella”. Y así fue.