Los aztecas lograron construir uno de los imperios más grandes de la América precolombina en menos de dos siglos. Poseían conocimientos superiores a muchos de los que se manejaban en Europa, además, contaban con un ejército entrenado para la guerra desde la infancia. Como su destino se hallaba tan atado a unos dioses `sedientos de sangre`, se hallaban obligados a realizar continuamente sacrificios humanos, en los que se incluían actos de canibalismo…Esto no impedía que vivieran en unas ciudades que parecían extraídas de los cuentos de `las mil y una noches`, donde en sus grandes mercados todo se hallaba mejor organizado que en los de Toledo o París. Sin embargo, fueron derrotados, aniquilados, cuando ya `estaban tocando la gloria`…¿Cómo es posible que medio millar de españoles pudieran conquistar un país en el que vivían más de cinco millones de guerreros? ¿Qué misteriosas fuerzas actuaron a favor de Hernán Cortés y sus hombres? ¿Es posible que Moctezuma y sus sacerdotes hubieran sido capaces de adivinar que iban a ser destruidos por unos extranjeros venidos del Gran Lago (el Mar)? Entonces, ¿por qué no lucharon con más contundencia frente a esos trágicos augurios?Miguel Yáñez Solana contesta a estas preguntas, que junto a muchas otras dan forma a unos enigmas apasionantes, sin olvidar que está contando una historia. Una historia fascinante, en la que el Destino actuó como la losa de una tumba abierta por unas fuerzas sobrenaturales. En efecto, los aztecas fueron magos, nigromantes y aliados de los dioses, lo que no impidió su destrucción… ¿POR QUÉ?