La ciudad de los libros prohibidos

—Te sorprenderá saber que nuestro emperador Claudio redactó un edicto autorizando la expulsión de otros ruidos gaseosos además de los eructos —concluyó Otón—. Nuestros filósofos estiman que no podemos ir contra la naturaleza.

Hacía solo unos minutos que

—Cornelio Severo me ha informado de que la curia decretó los mayores honores fúnebres que un hombre de su talla merece, un lugar público para su sepultura, lectura de elogio fúnebre en el foro y una estatua, que ha sido encargada al taller de Aulo Gayo. La concesión

—Las jaquecas no me abandonan al llegar la primavera —anunció Calpurnia con cierta resignación y bastante amargura—.

esos ojos verdes, rasgados e inquietantes, le habían robado el corazón desde que tenía recuerdos.

De estatura mediana, su cara gozaba de una bella armonía, destacando unos almendrados ojos verdes que llamaban poderosamente la atención dada su rareza por tierras lusitanas.