Los pescadores

mbilla se posó en él, mi mirada fue a parar al calendario anual: aunque era marzo, el calendario seguía en la página de febrero, que tenía la foto del águila en pleno vuelo, con las alas extendidas, las patas estiradas, las garras dobladas, y los marcados ojos zafiro mirando fijamente a la cámara. Su grandeza se desplegaba sobre la vista del fondo como si el mundo le perteneciese y fuese quien lo había creado todo: un dios con alas y plumas. Pensé entonces, con cierto miedo abrumador, que algo cambiaría en un momento fugaz, y trastocaría aquella calma interminable

Ben, despierta, despierta; tu padre te llama, Ben.
C

noche de la «recompensa» fue una noche cruel

Sudo y sufro para enviaros al colegio y que recibáis una educación occidental como hombres civilizados

Padre vino de visita aquel sábado, precisamente cinco días después de que nos pillasen pescando en el río.

Padre dijo que no hacía falta decidir esas cosas para las mujeres

Nkem, nuestra hermana de un año.

e, y la clase de adversidad que nos aconteció no habría ocurrido.

nuestra casa no se habría vuelto vulnerable

Madre terminó la noche con este pasaje de los Proverbios, el más aterrador que yo conocía de toda la Biblia. Echando la vista atrás, me doy cuenta de que debió de ser la forma en que lo citó, en igbo —imbuyendo malicia en las palabras