—Vos sos como el fruto de un árbol. Te reconocés fruto, pero no sabés nada del árbol del que provienen las flores que te dieron la vida. Si no conocés de qué árbol provenís, no conocés tus orígenes y, para eso, mi querida, debés saber cuáles son tus raíces. Andá y buscá, sabrás qué preguntar