Pensar históricamente requiere una simultaneidad de abordajes que implican por una parte, integrar los diversos aspectos, dimensiones distinguibles, “esferas” o “niveles” de la sociedad que frecuentemente aparecen fragmentados: “lo” económico, lo social, lo político, lo cultural; y por la otra, reconstruir y estudiar sus relaciones recíprocas, para conocer y comprender la “totalidad” social.