Pensando en sistemas

Cuando un teórico de sistemas se topa con un problema, lo primero que hace es buscar datos, gráficos temporales, estudiar la historia del sistema. Porque el comportamiento a largo plazo nos proporciona pistas que permiten comprender la estructura subyacente del sistema. Y la estructura no solo es la clave para entender qué está sucediendo, sino también por qué.

La fascinación de los sucesos

«Un sistema es una caja negra y grande

con un cerrojo que jamás podremos abrir,

y lo único que sabemos

es que en ella se meten y se sacan cosas.

Si observamos las cosas que se meten y se sacan,

y podemos establecer leyes paramétricas,

a veces podemos relacionar

lo que se mete, lo que se saca y el estado.

Si la relación es buena y duradera

podremos hacer predicciones,

pero si esto falla, ¡que Dios nos asista!

¡Tendremos que forzar la tapadera!».

KENNETH BOULDING,

Para que un sistema sea profundamente funcional, la jerarquía debe lograr un equilibrio entre el bienestar, las libertades y las responsabilidades de los subsistemas y del sistema general: debe ejercerse un control central suficiente para lograr una coordinación orientada a la consecución del objetivo general del sistema, y concederse una autonomía suficiente para conseguir que todos los subsistemas prosperen, funcionen y se organicen de manera autónoma.

Igual de perjudicial que la suboptimización, por supuesto, es el problema de un exceso de control central. Si el cerebro controlara cada célula con tal firmeza que la célula no pudiera realizar sus funciones de mantenimiento autónomo, el organismo podría morir

Cuando los objetivos de un subsistema se imponen a los de la totalidad del sistema, el comportamiento resultante se denomina suboptimización.

En los sistemas jerárquicos, las relaciones que tienen lugar dentro de cada subsistema son más densas e intensas que las relaciones que median entre los distintos subsistemas. Todos los subsistemas están conectados entre sí, pero no con la misma intensidad

Las jerarquías son un invento genial de los sistemas, no solo porque les confieren estabilidad y resiliencia, sino también porque reducen la cantidad de información que las distintas partes del sistema tienen que controlar.

Los sistemas complejos solo pueden desarrollarse a partir de sistemas simples si cuentan con formas intermedias estables. Las formas complejas resultantes se ordenarán de manera natural de acuerdo con una jerarquía. Puede que por esa razón las jerarquías sean tan habituales en los sistemas que la naturaleza nos presenta. Entre todas las formas complejas posibles, las jerarquías son las únicas que han tenido tiempo para evolucionar.[18]

En el proceso de creación de nuevas estructuras y de creciente complejidad, los sistemas que se organizan de manera autónoma suelen generar jerarquías.

La ciencia ha descubierto que los sistemas de organización autónoma pueden surgir de unas reglas sencillas. La ciencia, que es en sí misma un sistema de organización autónoma, considera que toda la complejidad del mundo puede reducirse, en última instancia, a unas cuantas reglas sencillas. Pero la ciencia aún no sabe si esto sucede en realidad.