Sobre la lectura

Pero, interpuestos entre ellas, los echan, reservando con todo su fino espesor el lugar inviolable del pasado: del pasado surgido familiarmente en medio del presente, con ese color un poco irreal de las cosas que una suerte de ilusión nos hace ver de

cerca, y que en realidad están situados a siglos de distancia; dirigiéndose, en todo su aspecto, casi directamente al espíritu, exaltándolo con el asombro de quien regresa de un tiempo enterrado. Sin embargo, permanece allí, en medio de nosotros, próximo, rayano, palpable, inmóvil, al sol.

En las novelas, la intención de dar pena es tan visible en el autor que uno se endurece un poco más

pues esas altas y finas esclavas del pasado no están en el presente, sino que se encuentran en otro tiempo en el que está prohibido ingresar

Confieso que cierto empleo del pretérito imperfecto –ese tiempo cruel que nos presenta la vida como algo efímero y a la vez pasivo que, en el momento mismo en el que recupera nuestras acciones, las golpea de ilusión, las aniquila en el pasado sin dejarnos, como el pretérito indefinido, el consuelo de la actividad– ha sido para mí una fuente inagotable de misteriosas tristezas.

Muchas veces, en La Divina Comedia o en Shakespeare, tuve esa impresión de tener delante mío, encerrado en el momento presente, actual, un trozo de pasado, esa emoción

Además, no son solamente las frases las que dibujan ante nuestros ojos las formas del alma antigua. Entre las frases –y pienso en libros muy antiguos que fueron primero recitados–, en el intervalo que las separa permanece aún hoy como en un hipogeo inviolable, llenando los intersticios, un silencio muchas veces secular.

los bautisterios de las iglesias; o los alrededores del claustro, el pequeño cementerio que olvida, al sol, bajo sus mariposas y sus flores, la Fuente fúnebre y la Linterna de los muertos.

Sentimos delante de ellas la misma emoción que nos provocan esas formas desterradas de la arquitectura, que sólo podemos admirar en los raros y magníficos ejemplares que nos ha legado el pasado que las moldeara: es el caso de los viejos muros de las ciudades, los calabozos, las torres y

Son esas formas anticuadas tomadas de la vida del pasado aquello que vamos a visitar tanto en la obra de Racine como en una ciudad antigua e intacta.