A través del Tratado anglo-cubano de 1905, expresión de “la pugna sorda entre los Estados Unidos e Inglaterra por los mercados latinoamericanos”, se analizan las contradicciones entre ambas potencias en relación con Cuba, y las posiciones de su gobierno en el diseño de la política exterior, en los albores de la República recién estrenada bajo la influencia de la Enmienda Platt, el Tratado de Reciprocidad Comercial y la política del Gran Garrote. Mediante estos hechos, el autor nos muestra la sumisión política y económica en que se encontraba el país en aquella época.