Su matrimonio era un asunto de negocios, nada más. Will Hardison necesitaba una esposa para evitar que las mujeres lo persiguieran por sus millones. Kate O'Connor necesitaba ayuda económica para realizar el sueño de su difunto padre. Y llegaron a un acuerdo: estarían casados durante un año y los problemas de ambos quedarían resueltos.
Por supuesto, nada de caricias ni de besos, teminantemente prohibido hacer el amor y nada de sentimentalismos. Pero cuando llegó la noche de bodas…