Larga herida

Otra vez
Del corazón de mi corazón
emana un silencio
—estremecedor—
silencio de ruidos
de palabras
Silencio de latidos
de fluidos, de agallas
¿Amar?

¿Amar otra vez?
No, gracias.

Paradoja
Cómo se extraña a quienes se dice haber olvidado...

Paradoja
Cómo se extraña a quienes se dice haber olvidado...

Puertas cerradas
bocas abiertas
nada está dicho.
Tú en tu cuarto, sola
yo en el lecho, vacío.
La es noche larga y fría

II

Espera
Dientes que se muerden a sí mismos
sin consciencia de poder romperse
royéndonos la carne
—tan sesudos, tan pacientes—
al final, tranquilamente vencen.

Espera
Dientes que se muerden a sí mismos
sin consciencia de poder romperse
royéndonos la carne
—tan sesudos, tan pacientes—
al final, tranquilamente vencen

Adentro
Cáscara rugosa de nuez
coraza en cuya entraña duerme
la más rara de las joyas...

La savia de un árbol viejo
la mirada de la niña de las trenzas
el sabor del cacao amargo
la pasión por los lápices recién afilados
la raya eterna que se dibuja como camino
(y lo que en ella guarda. Y lo que en ella queda):
todo lo que huimos por no tener alas

Aquí
Si no estuvieras tú
para enjugar las lágrimas de tu propia ausencia
hubiera vaciado hace tiempo
el único lugar que queda entre atmósfera y suelo

donde aún habitas:

Mi cuerpo

Otra vez
Del corazón de mi corazón
emana un silencio
—estremecedor—
silencio de ruidos
de palabras
Silencio de latidos
de fluidos, de agallas
¿Amar?

¿Amar otra vez?
No, gracias.

Paradoja
Cómo se extraña a quienes se dice haber olvidado...