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Joseph Roth

La Marcha Radetzky

  • Adal Cortezhas quotedlast month
    –Hoy he escrito a mi hijo –empezó, tras una pausa–. Hará lo que le plazca.
    –Me parece lo más acertado –dijo el doctor Skowronnek–. No se puede asumir esa responsabilidad. Nadie puede responder por los actos de los demás.
    –Mi padre respondió por los míos –dijo el capitán de distrito–, y mi abuelo por los de mi padre.
  • Adal Cortezhas quotedlast month
    Carl Joseph ya no respondió a esta carta del señor Trotta. Interrumpió incluso la larga serie de informes habituales y el capitán de distrito ya no supo nada de su hijo en mucho tiempo. Esperaba cada mañana el anciano, y al mismo tiempo sabía que esperaba en vano. Y no era como si cada mañana le faltara la carta esperada, sino como si cada mañana recibiera el esperado y temido silencio. El hijo callaba. Pero el padre le oía callar. Y era como si cada día el hijo desobedeciera al anciano por primera vez.
  • Adal Cortezhas quotedlast month
    «Un hombre excelente», pensaba el capitán de distrito del doctor Skowronnek. «Un hombre extraordinario», pensaba el doctor Skowronnek del capitán de distrito.
  • Adal Cortezhas quotedlast month
    Durante la mayor parte del año el doctor Skowronnek no tenía nada que hacer. Trabajaba solo cuatro meses al año como médico del balneario de Franzesbad y todo su conocimiento del mundo se basaba en las confesiones de sus pacientes; pues las mujeres le contaban todo lo que creían que las deprimía y no había nada en el mundo que no las deprimiera.
  • Adal Cortezhas quotedlast month
    El teniente tuvo una fugaz visión de que el mundo se acababa. Se recordó a sí mismo en la colorida procesión del Corpus y por un momento le pareció que la oscura nube de rebeldes fluía hacia aquella procesión imperial. Por un breve instante al teniente le fue concedido el poder sublime de pensar con imágenes y vio las dos épocas como dos rocas rodando una contra otra, y a sí mismo aplastado entre las dos.
  • Adal Cortezhas quotedlast month
    Toda la sección estaba quieta y todos los hombres contenían la respiración. Pero el teniente Trotta, que acababa de sentir en la nuca el silencio denso y sombrío de los trabajadores, comprendió al instante, con toda claridad, que había dos tipos de silencio. Se le ocurrió que quizá habría más tipos de silencio, igual que había muchos tipos de ruido.
  • Luis Alvhas quoted3 years ago
    Esta muerte es absurda. Tan absurda como ha sido mi vida.
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