La muerte de la polilla

no suscitan esa placentera sensación de noches oscuras de otoño y brotes de hiedra que la más común Noctua Pronuba dormida en la penumbra de la cortina siempre despierta en nosotros.

Observándola, parecía que hubieran metido una fibra, muy delgada pero pura, de la enorme energía del mundo en su cuerpo frágil y diminuto. Cada vez que cruzaba el vidrio, yo imaginaba que un filamento de luz vital se volvía visible. No era ni más ni menos que la vida

En cierto modo era lo opuesto a la pequeña polilla color heno. Era inútil intentar hacer algo. Solo podían observarse los extraordinarios e

Pero cuando le acerqué un lápiz con el propósito de ayudarla a enderezarse, comprendí que el fracaso y la torpeza eran la cercanía de la muerte. Bajé el lápiz.

oló vigorosamente hacia un rincón de su compartimiento y, después de esperar allí un segundo, cruzó volando al otro. ¿Qué le quedaba, excepto volar a un tercer rincón y luego a un cuarto?

impulsaba a revolotear a la polilla de un lado al otro de su cuadrado de vidrio de la ventana. Era inevitable observarla.

No obstante, el espécimen al que aludo, con sus alas angostas color heno, ornadas con una borla del mismo color, parecía estar contento con la vida.

una partícula pura. Volví a levantar el lápiz, aun sabiendo que sería inútil.

Si pudiéramos liberarnos de la esclavitud, liberaríamos a los hombres de la tiranía. El alimento de los Hitler son los esclavos.

El combate mental significa pensar contra la corriente, no con ella.