Líderes que no fuesen controlados por la dictadura de las preconcepciones, sino que fuesen abiertos y receptivos. Líderes que supiesen humillarse, que se pusiesen como aprendices delante de la vida y que se protegieran de la autosuficiencia. Líderes que reconocieran sus limitaciones, que enfrentasen sus temores, que vieran sus problemas como desafíos. Líderes que fuesen fieles a sus conciencias, que aprendiesen a ser tolerantes y solidarios. Líderes que fuesen ingenieros de ideas, que supiesen trabajar en equipo, que expandiesen el arte de pensar e fuesen coherentes.