Estas dos criaturas, ella de dieciséis y él de veinte, se enamoraron a primera vista. Eso es el verdadero amor, no el que surge de la simpatía, los intereses comunes o la comunión intelectual, sino amor puro y simple. Ése es el amor que Adán sintió por Eva cuando despertó y la encontró en el jardín mirándolo con ojos húmedos. Ése es el amor que hace que las bestias se atraigan unas a otras, y también los dioses. Ése es el amor que hace que el mundo sea un milagro. Ése es el amor que da a la vida su fecundo sentido. ¿Nunca ha oído hablar del sabio y cínico duque francés que dijo que de dos amantes siempre hay uno que ama y otro que se deja amar?; es una verdad amarga a la que la mayoría de nosotros tenemos que resignarnos; pero de vez en vez hay dos que aman y dos que se dejan amar. Entonces puede pensarse que el sol permanece inmóvil como lo hizo cuando Josué rezó al Dios de Israel.