tensado hasta el punto de romperse, la flecha y, sobre todo, el momento sublime de soltar la cuerda, el surgimiento de la flecha surcando el aire, la tensión hacia el infinito, y ya el declive caballeresco, puesto que, pese al deseo del arco, su alcance será finito, mensurable, impulso vital interrumpido en pleno vuelo. La arqueada era el avance por excelencia, del nacimiento hasta la muerte, pura energía consumida en un instante.